
El Camino que Me Cocinó
Nací en el extremo más oriental de Rusia, donde los vientos del Lejano Oriente llevan el aroma de los lagos, los bosques y un silencio antiguo. Babstovo —un punto diminuto en un mapa inmenso— fue el comienzo de mi largo viaje: un camino que, sin saberlo, me moldeó tanto como yo moldeaba mis primeros platos.
Más tarde la ruta me llevó al Cáucaso, al cálido y hospitalario Daguestán. Allí descubrí una verdad sencilla: la comida no es solo sabor, sino también el carácter de su pueblo. Tan intensa como las cumbres montañosas, tan honesta como una charla en la puerta, tan generosa como una mesa puesta para un invitado.
El noroeste me recibió de otra manera. San Petersburgo —ciudad de lluvia, viento y luces suaves— me enseñó paciencia, atención y respeto por los detalles. Allí comencé realmente a perfeccionar mi oficio: no solo cocinar, sino buscar el ideal, acercándome un poco más con cada intento.
Después llegaron Turquía y Georgia —dos mundos vecinos, parecidos y distintos al mismo tiempo—. Allí aprendí la magia de las especias, la profundidad de los caldos y el deber sagrado de honrar la tradición. La mesa caucásica, el fuego turco, el alma georgiana: todo ello se convirtió en parte de mí, parte de mi camino.
Cada parada en esta ruta me enriqueció como nuevos capítulos enriquecen un libro querido. Con cariño y respeto reuní recetas, probé, fallé, volví a intentar, hasta sentir esa certeza silenciosa: «Ahora sí — está bien».
Así nació Nómada del Este. Soy el Nómada del Este, que lleva consigo el sabor de su viaje a quienes desean escuchar una historia contada con fuego, aromas y la profundidad de la cocina oriental.